Quizás muchos de ustedes han leído la saga de Crepúsculo, quizás muchos de ustedes no se tomaron la molestia de hacerlo, pero estoy casi segura que, al menos, todos ustedes saben de qué trata este libro juvenil, ya sea por el simple contacto con el internet o porque vieron las películas (bastante malas, por cierto).
Pero si ustedes son de las extrañas personas que no tienen idea de que es de lo que estoy hablando les explico: La saga de Crepúsculo trata de una jovencita que se tiene que mudar al estado invernal de Washington con su padre ya que su madre se volvió a enamorar y no puede cuidarla (¡qué bonito ejemplo, caray!). Su padre, sheriff del pueblo y con la misma nula personalidad que su hija no sabe muy bien que hacer con ella, pero medio la deja ser y la inscribe en la única escuela del poblado.
Bella es el nombre de la muchacha y, como ya mencioné antes, no tiene ningún tipo de capacidad social, por ello se enamora del chico “más guapo” del colegio, pero también el más raro ya que resulta ser…¡un vampiro millonario con una familia increíblemente hermosa! Se enamoran y bla bla bla, pero lo importante de recalcar es que Edward el vampiro resulta ser el hombre perfecto, o al menos eso creen la mayor parte de las chicas que ilusionadas se devoran los libros. Éstas han creado ideales inalcanzables para los hombres regulares y le han causado mayor daño a la población que los cuentos de hadas. Pero, ¿qué es lo que hace a Edward tan atractivo?
La verdad, cuando me dispuse a hacer este artículo tuve que hacer un sondeo con mis amigas, ya que son precisamente estas las que engordaron los bolsillos de Stephanie Mayer cuando el primer libro vio la luz. Con mucha curiosidad les pregunté: Si Edward es un vampiro sobre protector, entonces ¿porqué te gusta tanto? La mayoría de ellas no me supo contestar a la primera, pero con un poco de reflexión llegaron a esto: Una de ellas me contestó que, pues, el hombre le regala todo lo que quiere y además la protege de todo lo malo. Otra contestó que el está dispuesto de entregar hasta su vida por ella, mientras que mi tercer amiga me contestó que está guapísimo y que ya con eso. Por fin, mi cuarta amiga, un poco sensata me dijo: Mira, la verdad, Edward es un caballero. Usualmente los hombres solo te quieren para una cosa en específico (usen su imaginación) mientras que el no. Él la quiere por quien ella es, nada más. Así de rara, así de antisocial, así de nada espectacular. La ama y además, se aguanta sus instintos, en más de una manera, con tal de estar con ella. Eso, no pasa con los hombres reales.
Fue justamente en ese momento que me cayó el veinte. Edward es un vampiro, lo más sucio de la literatura, el más sediento de sexo y sangre, una metáfora del hombre contemporáneo pero este vampiro no es así. Este vampiro es lo que nosotras quisiéramos de los hombres. Es el príncipe moderno que quiere darnos la vida que merecemos y, además ¡no hace falta que seamos unas supermodelos o princesas para conseguirlo! ¿Qué mas queremos? Si, puede llegar a ser un poco sobre protector a tal grado de vernos dormir y espiarnos por la ventana, pero todo lo hace porque nos ama. Todo se olvida ¿no? Nadie es perfecto…
Pero esto no es así amigos míos. No va a haber un Edward esperándonos, eso no existe, dejen de intentarlo y de crear personajes alrededor de él (¿Christian Grey les suena?). Las mujeres necesitamos hombres de verdad, o mejor aún, no necesitamos un hombre. Millones de mujeres, no solo en la literatura sino en la vida, han luchado por crear oportunidades para nosotras como para que nos sentemos en los laureles como Bella hizo, ya que ésta nunca hizo nada con su vida más que embarazarse y vivir de su esposo. Es otra época, es otro tiempo. Nosotras podemos ser nuestras propias heroínas, basta de llenarle los bolsillos a las escritoras que nos dicen que no podemos esperar nada de la vida más que conseguir un esposo rico aunque sea un poco extraño. Pero bueno, esto es sólo mi opinión, ¿ustedes qué creen?
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